Carmen Boza demuestra que su salto a La Riviera no es un golpe de suerte

Llegó el día de abrir por última vez ‘La Caja Negra‘ de Carmen Boza en este 2019 que en nada termina. Una importante cita había marcada en el calendario con Madrid en el que sería su fin de gira que se celebraba en La Riviera el 21 de diciembre.
Apenas unos minutos pasaban de las 21 horas cuando aparecía la gran protagonista de la noche. Con su inseparable guitarra eléctrica en mano, salía más que preparada para poner el gran broche de oro al año y a su trabajo más reciente.
Todo arrancaba con ‘Mentiras de Verdad‘ antes de ver cómo la gaditana agradecía, de corazón, la asistencia a quienes aquella noche quisieron acompañarla con la Navidad a la vuelta de la esquina.
Había estado pensando en la frase perfecta para dar la bienvenida a su gente pero no llegaba a encontrarla. “Lo que me vino a la mente es que una se cansa de vivir de mentiras y hay que ser uno mismo. Esto es lo que soy yo,” admitía sin rodeos.
Por eso, aquella noche, se iba a abrir en canal dejando que todos nos adentráramos en su alma y empezábamos como ella misma decía, “arañándonos las carnes,” con ‘Desconocidos‘ en un momento de nostalgia antes de disfrutar de ‘Sin Salida‘.
“Estoy muy feliz de tocar aquí en estos tiempos que corren donde parece que hay que dejarse el pellejo por aparentar,” contaba mientras observaba la cantidad de gente que tenía delante mientras recordaba cómo empezó todo, en aquella época donde subía vídeos en su cuarto y ahora, ha dado el salto “a la sala más tocha” de Madrid sin ayuda de nadie, bueno sí, de su público.
Todo ello, ha sido fruto del trabajo, alejada de querer aparentar, siendo ella misma, conquistando a la gente a golpe de verdad. El concierto no podía continuar sin escuchar ‘La Mansión de los Espejos‘ o ‘Señales‘ y ya que despedíamos ‘La Caja Negra‘, había que hacerlo por todo lo alto.
Este segundo trabajo que publicó hace casi dos años, ha sido muy importante para Boza porque “buscaba las señales y no las encontraba pero la música sana y eso es lo que hizo conmigo este disco.”
Con el corazón en la boca, desprendió honestidad a través de ‘Intro‘ que se daba la mano con ‘Dámelo‘ y ‘Esparto‘ con las que el público no dejaba de cantar ante una Carmen que estaba disfrutando como una niña pequeña en el escenario.
En una noche llena de sinceridad, no tenía reparo en admitir que generalmente está en la mierda pero sigue con su vida, como todos, y cómo no, también es de esas personas que se han enamorado muchas veces y ha vivido el duelo que hay detrás de todo. Por eso, para esa noche, había elegido cuatro canciones que representan las cuatro fases que hay desde que te enamoras hasta que se rompe la relación.
Así, llegaban una tras otra ‘El Ejército‘, ‘No Me Parezco‘, ‘Nana Noir‘ y como remate, para cerrarlo todo, su nueva canción ‘Un Golpe de Suerte‘ la cual presentaba por primera vez en directo y que como las anteriores, era coreada con fuerza.
Poco a poco, sin querer que el final llegase, nos acercábamos a ese momento mientras repasábamos las canciones de su nuevo disco y cómo no, las de su debut. Era entonces cuando escuchábamos ‘Mantra‘ que se daba la mano con ‘Culpa y Castigo‘ antes de ver cómo sacaba su lado más rockero con ‘Astillas‘ que servía de preámbulo para ‘La Vida Moderna‘ y ‘Poetas‘.
Y si algo tenía claro Carmen era que a pesar de que estuviera cerca la despedida, pronto, ella y la capital volverían a verse sobre los escenarios como bien recalcaba en ‘Fin‘.
Tras admitir que se le dan mal las despedidas, se dirigía a su público a quien esperaba haber transmitido su buena energía. “A lo que aspiro no es al aplauso, quiero que la gente que habéis estado escuchando con el corazón abierto, os hayáis llevado algo de aquí, que haya sido de refresco a vuestras ideas.”
Esa noche se llevó el más que merecido aplauso pero también removió a más de uno con sus letras y con su forma de vivir cada instante en el escenario y justo antes de desaparecer, Boza se dejaba el resto con ‘Gran Hermano‘ tras el que desaparecía.
El público quería más, y ante eso, no podía negarse la cantante. Libreta en mano, volvía para decir “hasta pronto” dedicando unas palabras a quienes no se quisieron perder su salto a La Riviera.
“Cuando llegué a esta ciudad a principios de la década escribí ésta canción que hoy cierra el ciclo y que en su día abrió este ciclo,” contaba antes de desnudarse completamente. “No tenía ningún plan pero tenía un sueño que era hacer lo que yo quería como yo quería y lo único que he hecho desde entonces ha sido luchar, buscar y no abandonar,” declaraba reconociendo que también ha estado muchas veces apunto de tirar la toalla dudando del porqué estaba luchando.
“Creo firmemente que el tiempo que se nos da en ésta vida es para emplearlo en lo que nos hace felices, en lo que nos hace levantarnos con ganas. ‘La Caja Negra‘ es el símbolo de mi lucha, de ese eterno trabajo, de esa lucha por entender quién soy yo, por perdonarme, por entender mis demonios, y por saber quién soy.”
“Creo, que no creo en el destino pero hago canciones porque quiero hacerlas, no porque esté predestinada a hacerlas y me gusta pensar que las canciones que hago, afectan y mejoran la experiencia de vida de las personas que me escuchan.”
“Mi propósito del año es ser más justa, más sabia e ir transformándome en una mujer mejor que aprende a amar la vida y a disfrutarla. Muchísimas gracias por haberme dado sitio a mi búsqueda en vuestras vidas por completar mi búsqueda porque me hacéis sentir que estoy en el camino correcto.”
Después de hablar desde el corazón, palabra a palabra, nos quedaba disfrutar de la canción que “nos trajo a todos hasta aquí.” Era entonces cuando Madrid y Carmen se fundían en uno poniendo el punto y final al concierto con ‘Octubre‘.
Un punto y final por todo lo alto, en La Riviera, cerrando una década, dejándonos con ganas de descubrir qué nos espera en 2020 después de cerrar con la mejor nota ‘La Caja Negra‘. Porque Carmen Boza es honestidad, es carisma y sobre todo, es alma sobre el escenario. Es de esas artistas que hacen lo que les da la gana en cada canción, con su guitarra, disfrutando de cada pequeña cosa que hace todo especial.
Boza se come el escenario y lo que es aún más importante, conquista al público en un pestañeo, con su talento y sobre todo, con su forma de contar las cosas, desde la piel, con sinceridad y con los sentimientos por delante. La noche del 21 de diciembre demostró que su salto a La Riviera no fue un golpe de suerte, fue el regalo a todo el trabajo dedicado en estos años.