Madrid le concede El Último Baile a Manuel Carrasco
Si algo nos ha enseñado Manuel Carrasco esta semana es, que si quieres, se puede. Después de tener el corazón en un puño, con Madrid en vilo tras la cancelación de su concierto en Las Ventas, el cantante y su equipo se pusieron manos a la obra para encontrar una rápida solución para celebrar El Último Baile. Mucho esfuerzo y trabajo, hicieron que el onubense consiguiera reubicar su gran noche en el Auditorio Miguel Rios de Rivas Vaciamadrid.
Hasta allí, con más ganas que nunca, se dirigieron las miles de personas que agotaron las entradas en el recinto anterior, dispuestos a disfrutar de ese gran regalo de noche. El esfuerzo, tuvo su recompensa y se vio reflejado en la cara de felicidad de Manuel de principio a fin.
Minutos más tarde de las 22:15h, la oscuridad llegaba y aparecía una pareja de acróbatas que se suspendían en el escenario dejándonos en algún que otro momento sin respiración hasta que el protagonista de la noche, como un auténtico torbellino se apoderó del escenario dando comienzo al concierto con ‘Tambores de Guerra‘ y ‘Aprieta‘ donde por primera vez pisaba la pasarela para sentir más cerca al público.
Manuel estuvo más agradecido que nunca y lo demostró desde la palabra que salió de su boca dirigiéndose a las miles de personas que abarrotaban el recinto. “No os podéis ni imaginar lo que ha sido esta semana con el corazón en vilo pero nada es imposible Madrid. Aquí estamos por ustedes,” y así, empezó el derroche de talento con ‘Y Ahora‘ y ‘Sabrás‘ donde algún que otro quejío salía a relucir ante un público de lo más entregado.
La canción que llegaba más tarde, era especial, una que encontró entre todos esos cuadernos que tiene por casa donde escribe frases sueltas y poemas y a la que tan solo le faltaba una melodía. Así nacía ‘Pequeña Sonrisa Sonora‘ que en esa noche, fue dedicada a su niña, dejando salir así al Manuel más tierno y familiar.
La noche siguió tomando forma con una de las canciones más importantes que ha compuesto. “Hay canciones que creo que sirven para curar y esta es una de ellas, no porque lo diga yo sino porque ustedes me lo habéis hecho saber y me lo habéis demostrado. Sirve para acompañar en los pasitos difíciles de la vida. ¡Va por toda la gente que está luchando!” así presentaba su ‘Mujer de las Mil Batallas‘ que daba la mano a ‘Yo Quiero Vivir‘, dos himnos de su último trabajo discográfico que fueron coreadas a pleno pulmón.
Sin darnos cuenta, estábamos inmersos en ‘Tan Sólo Tú‘, canción en la que nos tenía preparada la primera sorpresa. Antonio Orozco aparecía en el escenario para desatar el griterío de los asistentes y con quien no dudó en recorrer el escenario de lado a lado.
“Madrid, ¿me concedes este último baile?” y la respuesta fue más afirmativa que nunca. Con dos bailarines en la pasarela, Manuel nos hacía ‘Bailar El Viento‘ por última vez, con más fuerza y pasión que nunca pasando después a ‘Uno X Uno‘ que fue la antesala del siguiente invitado, Miguel Poveda. Junto a él, creó un silencio absoluto en el auditorio mientras fundían sus voces con ‘Menos Mal‘.
Como es habitual, Manuel cogía su guitarra para mostrarnos realmente de dónde viene, dónde aprendió sus primeros acordes y dónde tuvo sus primeras sensaciones y esa ilusión que sigue viva a día de hoy mientras soñaba con tocar alguna vez ante algunas personas. Los sueños se cumplieron y a mayor escala de lo que había podido llegar a imaginar. Fue entonces cuando se puso frente al micro para regalarnos una parte más íntima con ‘Yo Te Vi Pasar‘ y ‘Soy Afortunado‘ donde su talento al desnudo salió a relucir.
Desde Isla Cristina llegaron sus siguientes invitados, los Antílopez hacían que el ritmo de la noche volviera a subir con ‘No Tengo Prisa‘ antes de dejar un momento para el recuerdo grabado en nuestra retina. Una de las canciones más especiales pedía su turno y Conchita era la acompañante de Manuel para compartirla. Con las luces de los móviles encendidas para hacer que los sueños se hicieran realidad, llegaba el esperanzador ‘No Dejes de Soñar‘ que ambos artistas disfrutaron como niños.
La recta final, la afrontábamos con ‘Sígueme‘ donde incluso una pequeña afortunada compartió escenario con Carrasco antes de lanzar su azote contra los machistas con su inigualable ‘Que Nadie‘ donde cogía de nuevo su guitarra, presentando después a su equipo y a su banda para desaparecer del escenario.
A pesar de la intensidad con la que se estaba viviendo el concierto, el público parecía no estar cansado y pedía más y ante eso, Manuel se resistía. A los mandos del piano, en la pasarela, sintiendo el calor de su gente, nos regalaba un momento mágico con un medley compuesto por canciones como ‘¿Qué Nos Está Pasando?‘, ‘Libre‘, ‘Me Sabe a Poco‘, ‘Ámame Otra Vez‘ y ‘Habla‘ que hizo las delicias del público que cayó rendido a sus pies recibiendo una gran ovación.
Casi sin tiempo para respirar, ‘Ya No‘ tomaba el relevo y fue entonces cuando Pablo López aparecía por sorpresa. El malagueño se sentaba al piano mientras que Manuel se ponía a su lado para así llevarnos a otro universo y ahí no quedaba la cosa porque en ‘Amor Planetario‘ era Nach quien se sumaba a la canción regalando un rap único a Rivas Vaciamadrid.
“¿Todavía tenéis ganas de más?” preguntaba Carrasco ante lo que recibió una respuesta afirmativa. Ante semejante respuesta, el cantante con su guitarra regalaba una de sus letrillas compuesta especialmente a Rivas y a Madrid, con más sentimiento que nunca, en una noche soñada.
El broche final de El Último Baile llegaba con ‘El Bar de los Pesares‘ y aunque ni el público ni el cantante querían abandonar el auditorio, no quedaba más remedio que despedirse. Lo hacía eternamente agradecido con ‘Ser Uno Mismo‘ y unas palabras donde la emoción era más que visible.
“Siempre las despedidas pueden parecer que son un tanto amargas pero gracias por llenarnos el corazón de cosas bonitas. Esta noche se me sale el corazón del pecho. Gracias Madrid, os lo merecéis todo. Gracias por la comprensión de toda esta semana, por haber venido hasta aquí, por haber venido con tanto cariño y tanta bonita energía. Eso uno que está aquí arriba lo siente y eso es lo más bonito del mundo,” así, ponía punto y final en España a su gira más exitosa.
Manuel Carrasco despidió por todo lo alto un disco que le ha dado más alegrías que nunca. A pesar de sentir que perdía su concierto, luchó como nadie y su noche soñada llegó, se hizo realidad. Porque el lugar de encuentro no importa y mucho menos los contratiempos si Madrid estaba con él y lo estuvo. El cariño de la capital por el onubense creció y Manuel dejó claro que no hay nada ni nadie que pueda frenarle porque la música, no se toca.
Los cómplices de sus sueños vivieron una de esas noches difíciles de olvidar, por las sorpresas, por las canciones, por las emociones pero sobre todo porque consiguieron que en la cara de Manuel se reflejase una felicidad y una ilusión nunca antes vistas, como si de un niño se tratase. Madrid, más que nunca, le concedió El Último Baile a un Manuel Carrasco pletórico.
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